sábado, 13 de febrero de 2016

Reduciendo y no

publicado el 13 de Febrero del 2016, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Una de las cosas que más aprecio en un restaurante es su sensibilidad hacia la sustentabilidad. Y por esto me refiero a que tengan en mente temas como las famosas 3 R de los residuos sólidos: Reducir, Reusar, Reciclar. Estoy convencida de que tendríamos otro entorno si le diéramos la importancia necesaria al tema de reducir los residuos que generamos. Por esta razón, cuando visité un establecimiento en la calle San Diego y el mesero tuvo la buena educación sustentable de preguntarme si quería popote, lo agradecí muchísimo. Eso significa que, respetando la cultura de sus clientes, que pueden decidir usar popote a pesar de la contaminación absurda que el plástico del popote y su envoltura generan, ese establecimiento nos da la opción, a los que preferimos reducir nuestros residuos, de hacerlo.
Este viernes desayuné en una sucursal de una cadena de cafeterías cuyos productos son principalmente para llevar.  Felizmente, ofrece a los clientes la opción de tomar sus bebidas en taza cuando no son para llevar. Obvio es decir que mi núcleo cercano siempre solicita taza cuando pide una bebida. Lo que llamó mi atención fue ver que aunque existe la opción de solicitar taza y reducir residuos, no es algo que los baristas ofrezcan. Es decir, si el cliente sabe que hay la opción, ¡bien por él!, la solicita y le dan su taza; pero para los que no saben que existe la posibilidad, le sirven su bebida en el vaso de cartón, la taza de plástico y el anillo que aísla térmicamente el vaso de nuestra mano y con la pena, ¡qué el planeta se muera!. Siendo como somos, mi hija y yo nos acercamos al gerente del establecimiento y le sugerimos que ofreciera (como en el restaurante ofrecen no usar popote) el uso de tazas a los clientes. Su respuesta me dejó helada. Tristemente, la gente “se lleva” las tazas y mes con mes, deben reabastecer su almacén de tazas nuevas para compensar los robos.  Sin embargo, el ver que a pesar del costo que representa disminuir los residuos sólidos urbanos, el compromiso de la cadena para mantener la opción de ofrecer tazas para los que las pedimos, me dejó muy buen sabor de boca.

El compromiso con la sustentabilidad requiere paciencia, perseverancia y la esperanza de contagiar a más con esta convicción de vida; hay costos en este proceso, pero sin duda, bien vale la pena pagarlos con tal de que otro mundo sea posible.

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