sábado, 27 de febrero de 2016

Asistir o estar

publicado el 27 de Febrero del 2016, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Algo que siempre me sorprendió fueron los premios por asistencia. Felizmente, en mi primaria no había tal reconocimiento y en las empresas que he trabajado tampoco. Me da la impresión de que un premio de este estilo es como si todos los días premiáramos a nuestro corazón por latir. Y, sí, tal vez debo apapachar más a mi músculo estriado involuntario por seguir al pie del cañón, pero… ¿no está diseñado justo para latir? Llevando la comparación al extremo, cuando el corazón decide “faltar al trabajo”, la empresa quiebra, y el corazón “se queda sin chamba” para siempre. En casa, siempre se nos inculcó la importancia, no sólo de asistir, sino de ser y estar en la escuela y el trabajo. Toda la vida mi familia se esforzó por recalcar que las horas silla servían de nada y que lo realmente importante estriba en aprovechar el tiempo en un espacio de aprendizaje o de desarrollo. “Hay tiempo para todo”, decía mi abuelita, “ya descansarás cuando te mueras”. Y con esa actitud familiar crecí y me desarrollé. En mis tiempos, uno iba a al escuela con gripa, no había tapabocas por todos lados y sólo faltábamos justificadamente cuando nos atacaba una enfermedad contagiosa o incapacitante. De ahí en fuera, mocosos y vomitones, a la escuela debíamos ir, so pena de perder exámenes o tareas.
Estas semanas InnoBa, mi segundo hogar, fue abatida por enfermedades respiratorias, bronquitis, gripas, resfriados, nos pasó de todo a todos. Sin embargo, todo el equipo estuvo comprometido con sus compañeros y, a pesar de la enfermedad y las inasistencias, el trabajó salió adelante, los enfermos del día se tomaron el tiempo en casa para recuperarse y la actividad se mantuvo como de costumbre. El grupo se auto organizó de maravilla y cada uno de los integrantes se solidarizó con el resto para suplir en lo necesario las funciones y responsabilidades de los demás. Como familia extendida los InnoBos demostraron que aunque asistir es muy importante, lo fundamental es estar. Y, en este mundo hiper-comunicado en que convivimos, con medios digitales que nos permiten estar a la distancia (o asistir virtualmente), cuando hay cariño, confianza, cuidado y compromiso, el cuerpo sale adelante, aunque  el corazón se tome un descansito. 

sábado, 13 de febrero de 2016

Reduciendo y no

publicado el 13 de Febrero del 2016, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Una de las cosas que más aprecio en un restaurante es su sensibilidad hacia la sustentabilidad. Y por esto me refiero a que tengan en mente temas como las famosas 3 R de los residuos sólidos: Reducir, Reusar, Reciclar. Estoy convencida de que tendríamos otro entorno si le diéramos la importancia necesaria al tema de reducir los residuos que generamos. Por esta razón, cuando visité un establecimiento en la calle San Diego y el mesero tuvo la buena educación sustentable de preguntarme si quería popote, lo agradecí muchísimo. Eso significa que, respetando la cultura de sus clientes, que pueden decidir usar popote a pesar de la contaminación absurda que el plástico del popote y su envoltura generan, ese establecimiento nos da la opción, a los que preferimos reducir nuestros residuos, de hacerlo.
Este viernes desayuné en una sucursal de una cadena de cafeterías cuyos productos son principalmente para llevar.  Felizmente, ofrece a los clientes la opción de tomar sus bebidas en taza cuando no son para llevar. Obvio es decir que mi núcleo cercano siempre solicita taza cuando pide una bebida. Lo que llamó mi atención fue ver que aunque existe la opción de solicitar taza y reducir residuos, no es algo que los baristas ofrezcan. Es decir, si el cliente sabe que hay la opción, ¡bien por él!, la solicita y le dan su taza; pero para los que no saben que existe la posibilidad, le sirven su bebida en el vaso de cartón, la taza de plástico y el anillo que aísla térmicamente el vaso de nuestra mano y con la pena, ¡qué el planeta se muera!. Siendo como somos, mi hija y yo nos acercamos al gerente del establecimiento y le sugerimos que ofreciera (como en el restaurante ofrecen no usar popote) el uso de tazas a los clientes. Su respuesta me dejó helada. Tristemente, la gente “se lleva” las tazas y mes con mes, deben reabastecer su almacén de tazas nuevas para compensar los robos.  Sin embargo, el ver que a pesar del costo que representa disminuir los residuos sólidos urbanos, el compromiso de la cadena para mantener la opción de ofrecer tazas para los que las pedimos, me dejó muy buen sabor de boca.

El compromiso con la sustentabilidad requiere paciencia, perseverancia y la esperanza de contagiar a más con esta convicción de vida; hay costos en este proceso, pero sin duda, bien vale la pena pagarlos con tal de que otro mundo sea posible.