jueves, 18 de junio de 2015

Balance y equilibrio

publicado el 18 de Julio del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Durante mi educación primaria, la gestión de mi formación era compartida por mis padres. Aunque la administración de mi tiempo libre en época escolar era exclusiva de mi madre. Desde el tiempo asignado en apoyar en las labores del hogar, como el destinado a la recreación y la convivencia con mis amistades. Sin embargo, cuando surgía un conflicto entre nosotras, apelábamos ambas a mi padre. Este mecanismo de resolución de conflictos siempre nos venia muy bien, pues nos permitía exponer nuestros puntos de vista a cada una y llegar a un acuerdo. Debo reconocer que mi padre en su carácter de mediador, siempre trató de ser justo y escuchar a las partes. Para mi beneficio, soy su primogénita y consentida; para el beneficio de mi mamá, es tan estricto cómo ella y su criterio para aplicar premios y castigos era compartido en concepto y en aplicación.
En la gestión de las organizaciones se busca que sus autoridades sean parte de una estructura de poder balanceada. Es decir, lograr que la operación de una institución sea exitosa requiere de una figura responsable de la operación cotidiana y también de una figura que vigile que esa operación vaya de acuerdo al marco normativo. Estas dos funciones, la de operación y supervisión deben ser independientes. De hecho, a mayor independencia, mayor libertad de ejercicio y por tanto, mejor garantía de una operación sana, apegada a las normas y procedimientos.
En la organización familiar, los tres conocíamos bien las reglas de la casa y aunque la operación familiar del día a día era responsabilidad de mi madre, mi formación es producto del balance de poderes que se estableció en casa. Balance que, aunque me caía bastante mal la mayoría de las veces, pues tenia que cuidar mi comportamiento en muchos frentes, me permitió crecer y madurar en un entorno de respeto a las normas y a los principios de transparencia y rendición de cuentas.

La expresión: "no puedes ser juez y parte" se entiende también en estos casos, quien supervisa o dirime conflictos no puede tener dependencia funcional, administrativa o económica de quien opera. Solo asegurando un equilibrio de poderes sano, producto de esta independencia, podemos construir organizaciones sanas y transparentes que promuevan la rendición de cuentas y con ella una sustentabilidad operativa.

jueves, 11 de junio de 2015

Y eso, ¿qué?

publicado el 11 de Junio de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Un comercial que guardo con una gran sonrisa en mi memoria es el de esos dos niños discutiendo sobre quien tiene la razón en una discusión. El argumento final (y matador) es del pequeño que termina respondiendo: “pero mi mamá es más alta”. Lo gracioso del comercial es que la altura de la madre del ganador del debate es totalmente irrelevante en la cuestión que se discute. Sin embargo, la contundencia de su declaración y la veracidad de su argumento (aunque ni al caso) matan al del otro pobre niño. Tanto que, ni siquiera recuerdo de que se trataba la discusión entre ambos pequeños.
En estos días, me he percatado, más que en otras épocas, de la importancia de la pertinencia y la relevancia en la construcción de conocimiento. Recientemente escuché a un estudiante de Derecho descalificar el conocimiento de la normatividad de una institución sólo porque quien citó la legislación pronunció mal el apellido materno de Don Adolfo Menéndez Samará (que dicho sea de paso, aparece mal escrito en un sinnúmero de sitios oficiales). El error en la pronunciación del apellido no era pertinente y mucho menos relevante en la evaluación de los argumentos, sólo fue un distractor que movió la discusión del tema principal.
De manera similar escuché el día de ayer como ante un trabajo de ínfima calidad, se planteaba el desconocimiento de un correo electrónico reciente como una causa probable de errores fundamentales. Aunque la falta de conocimiento del contenido de ese correo era pertinente a la discusión, definitivamente no era relevante. Pero se pretendió distraer la atención para redistribuir responsabilidades.
Finalmente, y para cerrar con broche de oro, en una discusión en Facebook pude leer cómo ante una serie de argumentos sobre el valor de un conjunto de acciones de gobierno, no faltó quien introdujera a la discusión el grado académico del político en cuestión. Una vez más, la intención de atacar a una persona, impidió un análisis objetivo y claro de las acciones que eran el sustrato de la conversación.
Si algo caracteriza al pensamiento científico es justamente la importancia que se le da a los criterios de pertinencia y relevancia en la construcción de conocimiento. Ante una realidad tan compleja y reconociendo con humildad que para comprenderla mejor necesitamos limitarnos a los asuntos pertinentes y relevantes, el quehacer científico requiere que ponderemos estas dos cualidades en cada argumento que se introduce en una discusión académica.
Estoy convencida de que si todos siguiéramos estos principios en la vida cotidiana, avanzaríamos con pasos firmes en la construcción de relaciones más sólidas, basadas en confianza mutua y en hechos concretos, verificables y basados en evidencia. ¿Cómo reconocer que es pertinente y relevante? Fácil, si después de escuchar o leer un argumento pensamos, “y eso ¿qué?”, ¡felicidades, hemos detectado lo irrelevante! 

jueves, 4 de junio de 2015

Tender una mano

publicado el 04 de Junio de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Soy una apasionada de mi idioma. Creo que la belleza del Español, de sus palabras, su gramática y su flexibilidad son un deleite cotidiano. Adoro tanto leerlo como escribirlo, y agradezco infinitamente a todos los productores de contenidos en español el esfuerzo que hacen por regalar a sus audiencias contenidos de calidad. Como bien saben, otra de mis grandes pasiones es la triada Ciencia-Tecnología-Innovación (CTI), pues la considero el máximo exponente de aquello que más admiro, nuestra inteligencia. Por esta razón, me entusiasma siempre saber que hay grupos hispanoparlantes que dedican recursos a la comunicación pública de la ciencia: Letras y CTI, ¿qué puede ser mejor?
En este espacio relaté hace poco más de un año, un hito trascendente en comunicación de la ciencia, la conmemoración del nacimiento de “Hypatia”, la revista de divulgación del Gobierno del Estado de Morelos, que edita Paty Pérez desde su fundación. Y hace tiempo he querido relatar cuánto extraño al “Biotlahuica”, publicación de la Sociedad Mexicana de Biotecnología y Bioingeniería, que conocí hace 12 años y cuyos colaboradores y editores han sido fuente de inspiración y de aprendizaje hasta el día de hoy. Felizmente hoy, tengo el gusto de escribir sobre otro evento que será parte de los anales de la historia de la CTI morelense, la fundación de la revista “Biotecnología en movimiento”, publicación de divulgación del Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBt para los cuates).
Los investigadores del IBt, además de ser académicos del más alto nivel, reconocidos internacionalmente, también dedican buena parte de su tiempo a labores de divulgación. Encontramos en su comunidad plumas maravillosas, desde las formales y precisas, hasta las divertidas y dicharacheras. Aunque son muy activos en los medios de comunicación y sus ensayos forman parte de varias compilaciones de distintas casas editoriales, saber que ahora se reunirán en esta aventura editorial me llena de entusiasmo. Estoy segura que “Biotecnología en movimiento” será un deleite, diverso y prolífico como el Instituto que la produce. La presentación al público será el próximo miércoles 10 de junio, a las 17:00 en el auditorio del IBt.
Con publicaciones como esta, la comunidad académica tiende una mano a la comunidad, dando a conocer sus aportaciones y esperando que, en reciprocidad, nosotros abracemos esta oportunidad para tender puentes que mejoren nuestra comunicación y generen oportunidades de vinculación efectiva.
¡Nos vemos el miércoles en el IBt!