jueves, 30 de mayo de 2013

Divulgación y multidisciplina

publicado el 30 de mayo de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hace 5 años tuve la oportunidad de realizar un proyecto de divulgación con apoyo del Fondo Mixto CONACyT – Gobierno de Morelos. La idea central del proyecto era reunir un equipo multidisciplinario de jóvenes estudiantes para elaborar cápsulas sobre ciencia, tecnología e innovación (CTI). El proyecto reunió estudiantes de la UAEM, la UNAM y el Tec de Monterrey, inscritos en carreras de ciencias biológicas, ciencias de la comunicación, arte e ingeniería. Observar la interacción de este grupo de universitarios con académicos del más alto nivel fue una experiencia de vida.
El proyecto inició con la colaboración de sólo una “guionista”, Alina, becaria de la Unidad de Difusión y Extensión de la UNAM Campus Morelos. Ella recién había terminado la preparatoria, estaba interesada en estudiar Ciencias de la Comunicación y pasó su verano con nosotros en la UNAM. Su tarea consistía en armar guiones literarios sólo sobre los temas que a ella le interesaran. Así que me dediqué a presentarle libros, artículos, páginas y hasta investigadores. Cuando Alina conoció a Laura Palomares, quedó muy impresionada por su juventud, su entusiasmo por la ciencia y por lo interesante de sus proyectos de investigación. Y en especial, le llamó la atención como desde muy temprana edad, ya Laura se veía como científica en su “laboratorio en la azotea”.

La virtud de los grupos multidisciplinarios es que nos permiten encontrar puntos de contacto entre distintas maneras de aproximarnos a la realidad. Ver el proceso de comunicación y generación de conocimiento entre estudiantes con tan diversas actitudes, enfocado para transmitir la riqueza del saber científico-tecnológico hacia su grupo de edad es fascinante. Consolidé mi convicción de que la comunicación pública de CTI es una labor que se enriquece de la participación de todos y más importante aún, requiere de la participación de todos. Necesitamos emisores de información empáticos y receptores críticos. Es la danza entre ambos la que logrará que cada día seamos una sociedad más informada y tolerante que tomará, por lo tanto, mejores decisiones.

jueves, 23 de mayo de 2013

Pasión compartida

publicado el 23 de mayo de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos


¿Quién no recuerda en algún momento de su vida, haber volteado al cielo y admirarse con él? Para mí el primer recuerdo sabe a sol, a nubes con forma de conejo y ositos, a fresco a niñez. El segundo recuerdo, más intenso y familiar, huele a noche en carretera, del D.F. a Cuernavaca, en el asiento de atrás, admirando por la ventana cientos de estrellas en un fondo “negro como la noche”, mientras la luna “nos seguía”. Este segundo recuerdo, a diferencia del primero, tengo la fortuna de acompañarlo de largas charlas con mi padre, que me hablaba de cómo volaban las naves espaciales, por qué nos seguía la luna, o sobre las distancias reales y aparentes de esas estrellas y mil cosas más que estaba yo muy chica para entender y recordar.
La astronomía es fascinante, seguramente la rama de la ciencia más popular y apreciada. La noción del espacio y su contenido nos fascina y conmueve, a unos más que a otros, pero a todos en algún momento de nuestras vidas, sin duda lo hará.
En noviembre de 2001, hace 12 años y medio, me tocó ser parte de la organización de un evento inolvidable: la contemplación de la Leónidas en Xochicalco. Consuelo, entonces Coordinadora General de Modernización y Desarrollo Científico-Tecnológico, aficionada a la astronomía, sabía del evento astronómico y juntó a su equipo de trabajo y más de 200 personas disfrutamos de un campamento inolvidable. Xochicalco de noche fue testigo de la pasión compartida de científicos, funcionarios, público en general, adultos, niños, hombres y mujeres que nos tumbamos al suelo y exclamábamos al filo de la media noche, “ahí va 1, 2, 3, …”, “otra, otra”, “mira esa, no aquélla”. Ese evento marcó el inicio de una relación lúdica, colaborativa y armoniosa entre académicos y gobierno. Mucho camino se anduvo antes, mucho se ha andado desde entonces, pero Enrique, Xavier, Susy, Paty, Miguel, Thierry, Pancho, Karla, Oscar, Jaime y cientos de personas más pudimos compartir pan, sal, telescopios, mantas, estrellas y Xochicalco.

jueves, 16 de mayo de 2013

De pasante a titulado

publicado el 16 de mayo de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos


En los últimos 20 años, me he podido dar cuenta de cuántos estudiantes universitarios no logran titularse “por culpa de la tesis”. Debo confesar que a mí también me pareció un martirio el proceso de escribir una tesis las tres veces que lo emprendí. He visto como personas brillantes, disciplinadas y hasta cierto punto motivadas, no logran avanzar en el proceso. Y esto sucede desde el nivel de licenciatura hasta el de doctorado. En mi caso, aún recuerdo la sensación de frustración cuando mis asesores me cuestionaban sobre “la pregunta de investigación”. O cuando, más adelante en el proceso, me increpaban para que “escribiera la historia”. ¿Cuál pregunta? ¿Cuál historia?
La teoría dice que en nivel medio superior (prepa o bachillerato), deberíamos llevar una materia donde por lo menos nos enseñen Metodología de la Investigación. Debo confesar que yo cursé una materia con ese nombre donde, por razones de “fuerza mayor”, llevé Metodología de la Lectura. Algunos de mis compañeros y, 24 años después, mi hija, llevaron la materia correcta, con un libro de texto bastante aburridón, escrito por un grupo de profesores de preparatoria, en lugar de por investigadores profesionales; de esos que viven de revisar el estado del arte, plantearse preguntas de investigación, hacer experimentos, reportar resultados y de esta forma, contribuir al conocimiento y al entender mejor el mundo que nos rodea.
Hace quince días recibí la invitación de Enrique Galindo, investigador y tecnólogo del Instituto de Biotecnología de la UNAM Campus Morelos, a la presentación de su libro “El que hacer de la ciencia experimental: una guía práctica para investigar y reportar resultados en las ciencias naturales”. Recordé entonces que, además de ser investigador profesional, Enrique ha sido maestro de preparatoria de la materia “Metodología de la Investigación”, radica en Morelos y es un entusiasta divulgador de ciencia, tecnología e innovación. Comparto la invitación para conocer la guía este jueves 16 a las 18:00, convencida de que integrar el pensamiento científico a la vida cotidiana de todos hará que otro Morelos sea posible.